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ARQUITECTURA & MADERA 29 mentar su capacidad portante y rigidez, pero en este caso se pretendía que las acciones co-rrectoras no desdibujasen la si-tuación original, o dicho de otro modo, se pretendía que, en el estado final, las cerchas traba-jasen del mismo modo para el que fueran diseñadas sin modi-ficar de forma notable su esbel-tez ni sus condiciones geomé-tricas fundamentales. En este caso, y a pesar de que la estructura había demostra-do a lo largo de los años su ca-pacidad, era necesario verificar que cumplía con los requisitos establecidos en las normativas vigentes y en caso contrario, si-tuación habitual, tomar las me-didas correctoras oportunas. En nuestro caso, observando con detalle cómo la posición ori-ginal del tirante en las cerchas disminuía la capacidad resisten-te de las mismas, se empezó a valorar las posibilidades que se abrían modificando su posi-ción, en concreto acercándolo lo máximo posible al empotra-miento de la cercha en el pilar. Efectivamente, cambiando la posición del tirante inferior, se aumentaba el canto útil de la cercha y se reducía los esfuer-zos en ménsula, ya que se re-ducía la longitud del apoyo al ti-rante, en los tramos de apoyo sobre el muro de carga. (Ver fi-guras 4 y 5). La reducción de esfuerzos pro-vocados por esta modificación permitió garantizar la resisten-cia de las cerchas ante el incre-mento de carga y exigencia de resistencia al fuego que hubo que considerar para cumplir con las prescripciones del Có-digo Técnico de la Edificación, evitando además la ejecución de refuerzos. Esta optimización de los esfuer-zos frente al estado de cargas, junto con los tratamientos pre-vios frente a agentes bióticos, hacen innecesaria la realización de actuaciones intensivas de cara al futuro, lo que nos acer-ca a nuestro objetivo final, que es la conservación de nuestra estructura a lo largo del tiem-po.


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