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llegar a calentar o enfriar las superficies que nos rodean, ya que el poder calorífico del aire es muy bajo y apenas puede llegar a incidir sobre ellas. Esto significa que el principal intercambio de ca-lor será por convección y casi nulo por radiación, cuando para estar en una situación de confort, de-beríamos el 50% del intercambio por radiación. Además, en el caso de enfriar en verano, al tener las superficies que nos rodean a una temperatu-ras demasiado altas, obligara a impulsar aire a menos temperatura, e inversamente la misma si-tuación en invierno. Esto conlleva molestias y cos-tes ARQUITECTURA & MADERA 13 energéticos elevados. Indudablemente, es más natural y conveniente alcanzar las condiciones ideales de confort inten-tando mantener equilibrados los modos de inter-cambio térmico expuestos en la figura 1. Por lo tanto es imprescindible potenciar especialmente el mantenimiento de la temperatura radiante me-dia. Haciendo disminuir la temperatura de una de las superficies que componen la estructura de la construcción, como podría ser el techo, permite mantener baja la temperatura media de las demás superficies, ya que el mecanismo de intercambio radiante es inmediato y directamente proporcio-nal a la diferencia de temperatura entre todas las superficies. De hecho, el resultado final es que las distintas temperaturas superficiales (para ambientes ho-mogéneamente aislados) son prácticamente uni-formes, obteniendo un efecto de máxima homo-geneidad y bienestar para los ocupantes. De esta manera, la estructura se define como energéti-camente descargada, y logramos tener una tem-peratura operativa de confort muy cercana a la temperatura de las superficies y a la temperatu-ra del aire, que por contacto a estas superficies, se mantendrá muy similar.


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