La capilla fue pensada como una gran carpa, con
puertas abiertas para todos, en todo momento:
un punto de bienvenida constante para el refu-gio,
la contemplación y la introspección. Su forma
muy simple, como una tienda de campaña clásica,
está formada por un techo a dos aguas, adaptado
para recibir a todos los visitantes. La estructura
se acerca a las personas en el área de entrada,
donde el volumen es más y más estrecho, más
cercano a la escala humana, y se extiende hacia
adelante y hacia arriba, elevando al usuario a algo
más alto, frente a un paisaje deslumbrante en el
fondo, que amplifica estas sensaciones. Este en-torno
íntimo está aliado al explorador y al espíritu
cristiano de comunión con la naturaleza.
La orientación este / oeste de la capilla permi-te
que la salida del sol ilumine su espacio interior,
para llenar el lugar con una inmensidad de colo-res,
tonos y ambientes, que despiertan la atención
y mantienen la disposición arquitectónica.
En otoño e invierno, la luz enfatiza la tranquilidad
del lugar y la simbiosis sin adornos entre la cons-trucción
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y el paisaje.
El punto de entrada, donde el edificio se aseme-ja
a la bufanda de los exploradores, también está
marcado por la presencia de agua. Aquí surge un
curso de agua, que invita a visitar la capilla y el
evento que celebra. Este curso evoca la larga y
rica simbología bíblica y litúrgica.